Rosario

El estallido ocurrió segundos después de que el olor a gasolina inundara sus fosas nasales. Cientos de vidrios volaron alrededor y el humo comenzó a invadir el interior de la estancia. Cubrió su cabeza con los brazos, pero, el verdadero terror llegó con aquel extraño hombre adentrándose por la agredida ventana. Su tembloroso cuerpo se movía torpemente por el pasillo hasta la habitación en la que depositaba su fe. Cerró la puerta, cogió su sagrado libro de la mesita y enredó el collar entre sus dedos. Echo un ovillo, se refugió en un rincón junto a la cama.

—Padre nuestro, que estás en el cielo —rezaba. 

Unos pasos lentos comenzaban a sentirse cada vez más cerca y sus brazos se aferraron con fuerza al
libro. 

—Santificado sea tu nombre. 

Su rezo se quebraba cuando la manilla era girada suavemente, y el chirrido de la puerta al abrirse, mostraba una sombra más que a un hombre.
Vestía de negro, capucha y botas de combate. Era alto y su presencia se sentía aterradoramente calmada.
Se acercó a paso lento y decidido. Su oscura mirada desprendía la más temeraria de las locuras y el hombre a sus pies, sabía que necesitaba más que un milagro para sobrevivir a aquel psicópata. 

—Venga a nosotros tu reino —. Escuchaba sus propios latidos tras sus orejas y entre sus piernas, un
líquido caliente. 

El extraño posó su vista en el libro que portaba el temeroso hombre.

—¡Quinto mandamiento! —exigió con voz dura y calmada.

—No matarás —.De un movimiento rápido y certero, el extraño pasó un afilado metal por el hombre de fe
y su grito quedó ahogado entre la sangre que brotó de su garganta.
El libro cayó al suelo junto al collar que se desenredaba de sus dedos.
El extraño desvió la mirada hacia los objetos antes de volver a posarla en los ojos del hombre al que se le escapaba la vida.

—Rosario se llamaba mi esposa. Devota como la que más. La maté.

Autoría: Noemí Romero Pozo

Comentarios

Entradas populares de este blog

Historia de terror

Más de una forma de sentir terror

Eterna demora