Eterna demora

El intenso fulgor de la luna llena alteró su paz, así que decidió ponerse en pie para acercarse una vez más hasta el aposento de su madre. Sus mínimas esperanzas de que al fin su padre hubiera regresado se evaporaron al verla tumbada, una vez más, en soledad. Ya habían transcurrido varios años desde la última vez que lo vio, pero aún pasaba las noches embargado por la ilusión de que en cualquier momento volverían a reunirse como la familia feliz que solían ser. Que simplemente con volver a tenerlo ante sus ojos, todas las aflicciones desaparecerían de un plumazo sin necesidad de mediar palabra. Siempre se imaginaba aquel momento corriendo hacia sus brazos. A partir de entonces, podrían olvidarse para siempre del pasado.

Cuando su madre se percató de su presencia, acarició su cabello y le dedicó una mirada de complicidad que denotaba que la situación no le cogía por sorpresa. A él se le escapó una lágrima mientras le preguntaba si quizá esa sería la noche en la que papá volvería a reunirse con ellos. Su madre le secó el rostro con el pulgar antes de responder con
amarga sensatez.

-Hijo mío, ya sabes que aquel día tu padre sobrevivió. Sé un buen chico y regresa a tu tumba.

 Autoría: Daniel Iglesias Fernández

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