El cuadernu de los monstruos

Cuando yera un neñu dábame mieu la hora de dormir. Mio cama yera de madera de castañu, bien prieto y con cuatro pates que dexaben un güecu ente’l colchón y el suelu per onde podíes metete arrastrando; y yera eso lo que m’asustaba. Cada vez que’l reló daba les diez, llegaba a la puerta del cuartu y pegaba un blincu hasta la cama. Si nun l’algamaba, el restu facíalo galguiando, siempres sollerte por si salíen dos manes que me garraran los todiellos.

A los once años, regalóme un cuadernu de fueya reciclao. Na tapa llevaba’l nome d’ella y el míu, percima d’un títulu que dicía Nós. Turnábemos les páxines pa describir lo que nos daba mieu y, depués, dábamos-y forma de monstruu. Ella dibuxaba bien curioso y facíelos mui reales, pero yo namás sabía facer tentáculos, feríes y cuerpos retorcíos. Nel marxe, en lletra más menudino, escribíemos lo que nos ficiera aquel ser. Como cuando’l siamés del vecín gatuñaba a tolos que lu queríemos acariciar. 

Años más tarde, cuando taba rematando Bachilleratu, volví a abrir aquel cuadernu, que taba coles demás coses que me quedaben d’ella. Abrílu pel final, p’apiegar una semeya de los dos. Pero aquella fueya taba escrita por ella y tenía un dibuxu reconocible.

Entós, entamé a tener mieu de mio pa.

 Autoría: Alba Carballo López

 

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